lunes, 7 de marzo de 2011

El tarsero filipino y su imposibilidad de vivir sin libertad.

El tarsero filipino, el primate que se suicida cuando vive enjaulado

Víctima de estrés o depresión, este animal suele golpearse la cabeza o sumergirla en agua porque no soporta el encierro.

Filipinas (EFE). El tarsero filipino, uno de los primates más pequeños del mundo, sufre tal estrés cuando vive enjaulado que a menudo termina golpeándose la cabeza contra los barrotes o sumergiéndola en el agua para quitarse la vida. Así es el ansia de libertad de este peculiar animal de solo 16 centímetros de altura y enormes ojos marrones similares a los de un búho, y los más grandes en proporción a su cuerpo de cualquier mamífero.

El tarsero es una de las mayores atracciones turísticas de Filipinas por su aspecto amable, lo que no le ha beneficiado, pues durante años ha sido exportado ilegalmente para intentar convertirlo en mascota, una tarea casi imposible.

ACCIONES DESESPERADAS

“No pueden sobrevivir demasiado tiempo enjaulados, les provoca estrés. Después de algunos meses se golpean la cabeza y si tienen cerca un recipiente con agua se ahogan a sí mismos. Lo he visto varias veces”, indicó a Efe Carlito Pizarras, responsable del cuidado de los primates en la Fundación del Tarsero en la isla de Bohol.

Según algunos estudios científicos, el animal entre rejas cuelga su cabeza de la pared hasta provocarse la muerte, o incluso llega a deprimirse tanto que fallece de un trauma psicológico.

En caso de sobrevivir lejos de su hábitat, estos insectívoros que salen de caza por la noche y duermen durante el día en las ramas de los árboles viven apenas doce años, la mitad que en libertad.

NO AL CONTACTO CON HUMANOS

Los cerca de cien tarseros del santuario de Bohol disponen de un bosque cercado de ocho hectáreas en el que viven en semilibertad y donde los turistas pueden observarlos acompañados de un guía, pero tienen prohibido tocarlos.

Esta restricción anima a muchos a visitar otros establecimientos menos rigurosos, y en teoría ilegales, donde los primates viven en un espacio reducido y los turistas se pueden fotografiar con ellos en la mano.

“El contacto con los humanos les afecta mucho, incluso pueden dejar de respirar por el estrés en esos momentos”, lamenta Pizarras, que lleva toda la vida observando a los tarseros, primero como simple criador aficionado y cazador, y después como cuidador.

“De pequeño solía ir a cazar con mi padre y, cuando vi un tarsero por primera vez a los 12 años, me fascinó. Enseguida quise capturarlos para criarlos en cautividad o para disecarlos y venderlos a turistas, ya que también soy taxidermista”, señala.

Con los años y al tiempo que iba descubriendo las peculiaridades de estas criaturas, Pizarras se dio cuenta de que cada vez era más difícil hallarlas en las selvas de Bohol.

“Ahora está mejorando la situación, hace 30 años desaparecían porque se quemaban bosques para transformarlos en campos de cultivo. Y también había mucha gente que los capturaba para venderlos como mascotas o campesinos que los mataban porque pensaban que comían sus cosechas”, rememora.

En contra de lo que proclaman algunas guías turísticas, el tarsero filipino no es un mono, aunque esté emparentado con estos y los gorilas al pertenecer a la familia de los prosimios.

Tampoco es el primate más pequeño del mundo, pues este honor le corresponde al lemur pigmeo de Madagascar.

HABILIDADES ESPECIALES

Gracias a sus facultades para ver en la oscuridad, potencia de salto -puede recorrer distancias de hasta cinco metros- e increíble flexibilidad en el cuello, que le permite girar la cabeza 180 grados, es capaz de defenderse de animales de mayor envergadura como murciélagos, serpientes o salamandras.

Estas cualidades otorgan al tarsero filipino (tarsius syrichta) un instinto de supervivencia tan desarrollado que la especie ha permanecido prácticamente inalterada durante 45 millones de años, cuando los dinosaurios dominaban la Tierra.

Fuente: Diario El Comercio. Lunes 07 de marzo de 2011.

domingo, 23 de mayo de 2010

Las 2 000 variedades de camotes en el Perú. Agrodiversidad y Nutrición.

Los campeones del camote

Ningún país del planeta exhibe tal variedad de camote como el Perú. Acostumbrados estamos a mencionar las miles de variedades de papa que alberga nuestro territorio, pero poco recapacitamos sobre la asombrosa diversidad del humilde y dulce camote que se da en estas tierras, donde es cultivado desde hace unos diez mil años. En nuestro país se han detectado más de 2.000 variedades. El camote crece a lo largo de la costa, especialmente en Cañete, Huacho, Barranca, Pativilca (Lima) y Áncash. Se cultiva también en los valles interandinos y la selva. Al África llegó a través de proyectos internacionales para combatir la desnutrición y por allá se le conoce como “cilera abana”, que significa simplemente “Protector de los niños”. Y es que se trata de un producto altamente nutritivo, de bajo costo, una extraordinaria alternativa para la alimentación infantil por su valioso contenido de carbohidratos, proteínas y caroteno, además de una buena concentración de vitamina C, potasio, hierro y calcio. Es uno de los pocos productos alimenticios agrícolas que contiene Metionina, uno de los aminoácidos esenciales para la vida. Tiene propiedades medicinales, pues combate las infecciones de la piel, las várices, es antiinflamatorio, se dice que retarda el envejecimiento y protege contra el cáncer, entre otras enfermedades. Pese a sus bondades consumimos apenas 7 kilos anuales per cápita (por persona). Como si no fuera suficiente, las hojas tienen también proteínas y hacen muy buen forraje. Del tubérculo se puede extraer almidón, harina y transformarse en alcohol. Y hay más. La firma japonesa Toyota ya ha producido con éxito plásticos biodegradables y autopartes a partir de esta planta, tesoro de nuestra agrodiversidad para conservar.

Fuente: Diario El Comercio. Domingo 23 de Mayo del 2010.

Recomendado: CAMOTE (Ipomoea batatas)